sábado, 21 de febrero de 2009

Solo Soy Mama


¡Hola! ¿Como están? Espero que bien.

Hoy les voy a compartir mi primera experiencia como mamá:

Hace casi 12 años, un 20 de agosto de 1997 nació mi primer hijo, un niño que para mi (como lo es para todas las mamas) era hermoso. Se me tuvo que realizar la cesárea de urgencia porque ya tenía poco líquido (lo cual me hizo preocuparme). Desde que tuve a mi bebe en mis manos, empecé a sentir mucha ansiedad, yo quería irme de inmediato del hospital, (bien dicen que a todas las mamas se nos desarrolla un sexto sentido).

El día que nos estaban dando de alta, me hablaron varios médicos, tenia que firmar unos papeles porque el niño había nacido con una malformación, la cual, no entiendo porque, no habían detectado (malformación ano rectal/ano imperforado), y tenia que ser sometido de inmediato a una cirugía. Sentí que el mundo se me venía encima. Todo me dolía tanto y no solo era mi cuerpo, era mi interior, mi alma.

En ese momento, comenzó la lucha de mi bebe por su vida. Hasta el día de hoy, se le han practicado 5 cirugías de las que gracias a DIOS, ha salido adelante. Algunas veces sufriendo y batallando en otras, pero nunca se ha rendido. Su lucha sigue ya que este no es un problema que venga solo, acarrea muchos otros que a veces aparenta se interminable.

Durante sus estancias en el hospital, conocí tantas personas, tantos niños y tantas historias. Todos terminábamos siendo un grupo tan unido que conocíamos mas las situación de nuestros hijos y los hijos de los demás, que nuestras propias familias. Por ejemplo: Había un señor que cuidaba solo a su bebe porque el era de Matamoros, Tamps, una ciudad al noreste de la nuestra y como su esposa había dado a luz unos gemelos, uno de los dos había nacido con “problemitas”, entonces, la señora se tenia que quedar a cuidar al otro bebe, mientras él, cuidaba al otro. Cuando estaba tranquilo el niño y podía dormir, se lo cuidábamos para que el señor saliera a comer, pero había días que el niño no lo dejaba y ahí era cuando el escuadrón entrábamos en acción. A escondidas le subíamos algo para que comiera y claro, cuidábamos que no lo vieran y pudiera comer tranquilo.

Esa es solo una historia de tantas. Si no tenias como hablar por teléfono; si eras foráneo y necesitabas un lugar donde bañarte, sino traías dinero para el transporte o lo que te hacia falta eran unas palabras de aliento, siempre había alguien que te ayudaba y te confortara en el lecho de dolo y calmara tus sufrimientos.

Había ocasiones en las que yo solo me paraba en un ventanal muy grande que estaba en el hospital y pensaba:

Si todos las personas que viajan en esos transportes, en esos autos, le dijeran a DIOS: “SANALOS, SEÑOR”, tal vez, al escuchar la súplica de muchos, DIOS voltearía más rápido para vernos. Se que Él nunca deja de ver y que hasta en los momentos en que creemos que nos ha olvidado, Él sin duda alguna, ahí esta.

Les quiero pedir, que al igual que yo lo hago desde entonces, cada que podamos le pidamos a DIOS que no se olvide de los que están en esos hospitales, por los que día a día cruzamos en nuestro camino. Y claro, si aparte podemos brindar alguna ayuda, como aliviar su hambre, quitarles el frío en esas noches que se hacen tan largas, les aseguro que se sentirán y serán más felices.

Les doy las gracias y me da mucho gusto que me dediquen un momentito de su tiempo en leer lo que les escribo. Lo hago con mucho cariño (en los 15 minutos que me dan tiempo mis hijos) porque no olviden que:

SOLO SOY UNA MAMA.

QUE DIOS LOS BENDIGA

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio