"Si tu quieres, puedes sanarme" Mc 1, 40-45
En aquel tiempo, se le acerco a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas:
-“Señor, si tú quieres, puedes curarme”.-
Jesús se compadeció de él y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo:
-“Si quiero, sana”.-
Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Mc (1, 40-45)
Yo también te digo como aquel hombre: “Si tú quieres, puedes curarme”.
Hazme capaz de tener la fe de aquel leproso, las llagas invadían todo su cuerpo y te suplicaba de rodillas lo sanaras. Yo también me postro de rodillas a tus pies suplicando que me sanes, pero no solo del cuerpo, también sáname del alma, del corazón, de mi mente y de mi voluntad.
Limpia y sana mi alma de todas esas llagas que ha dejado el pecado. Mira Señor que esa lepra ha destruido la capacidad de amar y aceptar a todos nuestros hermanos.
Toma mi corazón en tus divinas manos, sánalo, purifícalo y transfórmalo. Hazlo capaz de amarte verdaderamente. Sana mi mente y mi voluntad para que piense y actúe según me indique tu corazón.
Extiende tu mano sobre mi, como lo hiciste en aquella ocasión y déjame escucharte decir: “Si quiero, sana”.
Permíteme que vaya por esos caminos de la vida que aún ti me permites recorrer, irradiando tu presencia. Tómame como tu pobre e inútil instrumento. Compadécete Señor y acéptame. Hazme digno y capaz de llevar en el canto, el mensaje de paz, tu grandeza y las maravillas de tu amor.
Permite que nuestro vivir en esta tierra, sea como un canto armonioso para ti. Que nuestra alabanza se eleve a las alturas y llegue hasta tu presencia, como suave brisa, como agradable aroma. Como humilde ofrenda, como tratando de decir: CUANTO TE AMO.
Su hermana en Cristo
Sra. Lourdes Tovar.
-“Señor, si tú quieres, puedes curarme”.-
Jesús se compadeció de él y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo:
-“Si quiero, sana”.-
Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Mc (1, 40-45)
Yo también te digo como aquel hombre: “Si tú quieres, puedes curarme”.
Hazme capaz de tener la fe de aquel leproso, las llagas invadían todo su cuerpo y te suplicaba de rodillas lo sanaras. Yo también me postro de rodillas a tus pies suplicando que me sanes, pero no solo del cuerpo, también sáname del alma, del corazón, de mi mente y de mi voluntad.
Limpia y sana mi alma de todas esas llagas que ha dejado el pecado. Mira Señor que esa lepra ha destruido la capacidad de amar y aceptar a todos nuestros hermanos.
Toma mi corazón en tus divinas manos, sánalo, purifícalo y transfórmalo. Hazlo capaz de amarte verdaderamente. Sana mi mente y mi voluntad para que piense y actúe según me indique tu corazón.
Extiende tu mano sobre mi, como lo hiciste en aquella ocasión y déjame escucharte decir: “Si quiero, sana”.
Permíteme que vaya por esos caminos de la vida que aún ti me permites recorrer, irradiando tu presencia. Tómame como tu pobre e inútil instrumento. Compadécete Señor y acéptame. Hazme digno y capaz de llevar en el canto, el mensaje de paz, tu grandeza y las maravillas de tu amor.
Permite que nuestro vivir en esta tierra, sea como un canto armonioso para ti. Que nuestra alabanza se eleve a las alturas y llegue hasta tu presencia, como suave brisa, como agradable aroma. Como humilde ofrenda, como tratando de decir: CUANTO TE AMO.
Su hermana en Cristo
Sra. Lourdes Tovar.
Etiquetas: Meditaciones, Oraciones
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